El queso es un alimento que tiene una historia antigua y rica. Se cree que el queso se originó accidentalmente hace más de 8.000 años, cuando los nómadas descubrieron que el calor y la salmuera ayudaban a conservar la leche. La leche se transportaba en recipientes de piel de animales y al calentarse accidentalmente, los ácidos de la leche se separaban de la nata y el suero, creando una masa sólida que podía ser cortada y comida.
Con el tiempo, los humanos aprendieron a controlar el proceso de fabricación del queso mediante la adición de cultivos de bacterias y la utilización de diferentes técnicas de maduración. Los egipcios, los romanos y los griegos antiguos todos tenían su propia variedad de quesos y los utilizaban como una forma de alimento y de tributo.
El queso se producía y consumía en Europa desde hace miles de años, pero fue en el Medievo cuando comenzó a producirse de manera más sistemática y en gran escala. Durante este período, los monjes desempeñaron un papel importante en la producción y en la conservación del queso, ya que desarrollaron técnicas para hacer quesos más sabrosos y duraderos.
En la Edad Moderna, el queso se convirtió en un producto comercial y se comenzó a exportar a otros países. Durante este tiempo, surgieron muchas variedades de quesos diferentes, cada una con su propio sabor y textura únicos.
En la actualidad el queso es un alimento esencial en la mayoría de las dietas occidentales y su producción y comercialización es una industria importante en muchos países. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el queso es el segundo producto lácteo más consumido en el mundo después de la leche, y su producción global alcanzó los 34 millones de toneladas en 2018.
Además de su importancia en la alimentación, el queso también tiene un gran impacto económico. La industria del queso es una importante fuente de empleo en muchos países y contribuye a la economía de la agricultura, ya que se utiliza leche de vaca, cabra y oveja para su producción. Además, la exportación de quesos es una importante fuente de ingresos para muchos países productores, especialmente para aquellos con una rica tradición quesera como Francia, Italia y España.